“Para repeler el nazislamismo, cerramos las puertas a la integración” Así rapea el músico Médine en su canción Don’t Laïk (2015). Tras haber transcurrido exactamente veinte años desde el lanzamiento de la película El odio (La Haine) del director francés Mathieu Kassovitz, quien con su película introdujo al mundo los problemas sociales de los habitantes de la periferia de las ciudades francesas, conocidas como banlieues, y las consecuencias de la discriminación racial y religiosa. El fragmento de este rapero deja entrever que para la segregación no existe tiempo ni espacio límite.
Los habitantes de la banlieue son mayoritariamente hijos o nietos de inmigrantes medio orientales, árabes, judíos y africanos. Las condiciones de la periferia, donde se ubica a los ‘no deseados’ por los franceses originarios, son de un entorno precario. Ambas realidades galas están conectadas sólo por una línea de autobús o tren, sin embargo los separa la pobreza y la droga, donde la escuela y el trabajo son opciones poco alentadoras para los habitantes. Son sitios en los que la resignación está llegando a su punto límite, espacios en los cuales la inconformidad crece y las voces se levantan, en muchas ocasiones, a través del arte, en este caso la música.
Artistas del sonido Hip-hop como: Kery James, hijo de padres haitianos, proveniente de la colonia francesa Guadalupe y habitante de Orly; Youssoupha nacido en la República Popular del Congo y cercano a los hijos de la banlieue; Oxmo Puccino originario de Malí y residente del distrito 19 cerca de la periferia de parís desde que era pequeño; y Abd Al Malik, también de origen africano. Son los mensajeros de los problemas y sentires de una población que se ve agredida y padece la exclusión social, el rechazo étnico y la restricción económica en un país de ‘primer mundo’ como se podría catalogar a Francia.
La cultura francesa del Hip-hop tiene su aparición en los años ochenta, gracias a la migración de colonos africanos y caribeños a Francia. Si bien ésta es originaria de Estados Unidos, nacida en la década de los años setenta, en el distrito neoyorquino del Bronx, se puede catalogar al Hip-hop francés, desde los años noventa, como el segundo más importante del mundo. Este tipo de cultura urbana se presenta en respuesta a la discriminación vivida por los habitantes con diferencias étnicas en la ciudad.
Cabe destacar que El odio, por ser un filme expuesto al mundo en los años noventa y además, por tratar de ser un retrato próximo a la realidad de la periferia francesa, sin caer en el documental, es una de las películas más representativas de la cultura Hip-hop en Francia. Gracias la música diegética presente en el transcurso del relato audiovisual, músicos como Cut Killer, Les Little o Assassin se dieron a conocer en países extranjeros. Asimismo con motivo de la repercusión de canciones como Assassin La Police remix con Non, Je Ne Regrette Rien (No, no lamento nada) de Edith Piaf, se decidió crear un soundtrack con el cual, raperos de los años noventa con orígenes en la banlieue, tuvieron la oportunidad de hacer llegar a distintos lugares sus protestas contra un sistema social que los oprimía, les permitió una salida a sus notas que aluden a la violencia, el hastío y la pesadumbre de la diferencia religiosa, temas que continúan vigentes a pesar de los años.
La identidad creada por los habitantes de esta zona es producto de las condiciones sociales, económicas y políticas en las cuales se encuentran envueltos. La cultura urbana llamada Hip-hop es visible y auditiva, muy perceptible y casi tangible a través de formas de expresión como la música o el cine. Por lo tanto, entender que la creación del guión cinematográfico, y de cualquier forma de expresión, debe estar basada en la interpretación de los hechos de la realidad, que tiene la posibilidad de plasmar las inquietudes y necesidades de las personas en un contexto determinado. Además de ser hecha por un autor provisto de conciencia social. Son factores indispensables para corroborar por qué este director y estos músicos tienden a partir de elementos cotidianos tan característicos de la banlieue como la cultura Hip-hop.
Los contextos difíciles, las regiones con problemas sociales muy marcados, la miseria, el deterioro y el caos son grandes semilleros de artistas; cineastas, escritores, bailarines, pintores, escultores, músicos. Nada mejor que un entorno complicado para tener algo que expresar, para evaluar la situación y gritar las injusticias, los conflictos, la desesperación.
Sin embargo, ¿Cuántas canciones más se tienen que escribir sobre la discriminación racial, o acerca de la intolerancia a las diversas creencias religiosas, o a la pobreza, la desigualdad, la violencia? , ¿Cuántos raperos tienen que dar cada año las banlieues para que sean comprendidos los habitantes de los suburbios franceses?, ¿Se necesitan muchos más de los cientos de cineastas que filman acerca de la arbitrariedad policiaca, los feminicidios, las desapariciones y el narcotráfico?, ¿Cuántos artistas más, producto de una realidad complicada, conflictiva, sofocante, destructiva son indispensables para que se den cuenta de los males del mundo, que en muchas ocasiones tienen remedio?, ¿Cuántos? Todos.
Los habitantes de la banlieue son mayoritariamente hijos o nietos de inmigrantes medio orientales, árabes, judíos y africanos. Las condiciones de la periferia, donde se ubica a los ‘no deseados’ por los franceses originarios, son de un entorno precario. Ambas realidades galas están conectadas sólo por una línea de autobús o tren, sin embargo los separa la pobreza y la droga, donde la escuela y el trabajo son opciones poco alentadoras para los habitantes. Son sitios en los que la resignación está llegando a su punto límite, espacios en los cuales la inconformidad crece y las voces se levantan, en muchas ocasiones, a través del arte, en este caso la música.
Artistas del sonido Hip-hop como: Kery James, hijo de padres haitianos, proveniente de la colonia francesa Guadalupe y habitante de Orly; Youssoupha nacido en la República Popular del Congo y cercano a los hijos de la banlieue; Oxmo Puccino originario de Malí y residente del distrito 19 cerca de la periferia de parís desde que era pequeño; y Abd Al Malik, también de origen africano. Son los mensajeros de los problemas y sentires de una población que se ve agredida y padece la exclusión social, el rechazo étnico y la restricción económica en un país de ‘primer mundo’ como se podría catalogar a Francia.
La cultura francesa del Hip-hop tiene su aparición en los años ochenta, gracias a la migración de colonos africanos y caribeños a Francia. Si bien ésta es originaria de Estados Unidos, nacida en la década de los años setenta, en el distrito neoyorquino del Bronx, se puede catalogar al Hip-hop francés, desde los años noventa, como el segundo más importante del mundo. Este tipo de cultura urbana se presenta en respuesta a la discriminación vivida por los habitantes con diferencias étnicas en la ciudad.
Cabe destacar que El odio, por ser un filme expuesto al mundo en los años noventa y además, por tratar de ser un retrato próximo a la realidad de la periferia francesa, sin caer en el documental, es una de las películas más representativas de la cultura Hip-hop en Francia. Gracias la música diegética presente en el transcurso del relato audiovisual, músicos como Cut Killer, Les Little o Assassin se dieron a conocer en países extranjeros. Asimismo con motivo de la repercusión de canciones como Assassin La Police remix con Non, Je Ne Regrette Rien (No, no lamento nada) de Edith Piaf, se decidió crear un soundtrack con el cual, raperos de los años noventa con orígenes en la banlieue, tuvieron la oportunidad de hacer llegar a distintos lugares sus protestas contra un sistema social que los oprimía, les permitió una salida a sus notas que aluden a la violencia, el hastío y la pesadumbre de la diferencia religiosa, temas que continúan vigentes a pesar de los años.
La identidad creada por los habitantes de esta zona es producto de las condiciones sociales, económicas y políticas en las cuales se encuentran envueltos. La cultura urbana llamada Hip-hop es visible y auditiva, muy perceptible y casi tangible a través de formas de expresión como la música o el cine. Por lo tanto, entender que la creación del guión cinematográfico, y de cualquier forma de expresión, debe estar basada en la interpretación de los hechos de la realidad, que tiene la posibilidad de plasmar las inquietudes y necesidades de las personas en un contexto determinado. Además de ser hecha por un autor provisto de conciencia social. Son factores indispensables para corroborar por qué este director y estos músicos tienden a partir de elementos cotidianos tan característicos de la banlieue como la cultura Hip-hop.
Los contextos difíciles, las regiones con problemas sociales muy marcados, la miseria, el deterioro y el caos son grandes semilleros de artistas; cineastas, escritores, bailarines, pintores, escultores, músicos. Nada mejor que un entorno complicado para tener algo que expresar, para evaluar la situación y gritar las injusticias, los conflictos, la desesperación.
Sin embargo, ¿Cuántas canciones más se tienen que escribir sobre la discriminación racial, o acerca de la intolerancia a las diversas creencias religiosas, o a la pobreza, la desigualdad, la violencia? , ¿Cuántos raperos tienen que dar cada año las banlieues para que sean comprendidos los habitantes de los suburbios franceses?, ¿Se necesitan muchos más de los cientos de cineastas que filman acerca de la arbitrariedad policiaca, los feminicidios, las desapariciones y el narcotráfico?, ¿Cuántos artistas más, producto de una realidad complicada, conflictiva, sofocante, destructiva son indispensables para que se den cuenta de los males del mundo, que en muchas ocasiones tienen remedio?, ¿Cuántos? Todos.
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